Me gustaría dedicarle un espacio también a los más pequeños, porque muchas veces no nos paramos a pensar que igual que nuestro hijo/a a nivel físico se constipa, tiene fiebre, se rompe una pierna, etc…también a nivel emocional y mental le acontecen cambios que no ocurren sólo en la adolescencia.
Desde el momento en que nuestro/a hijo/a nace está recibiendo estímulos (cognitivos, afectivos, conductuales, etc.) sin parar, interpretándolos y adaptándolos en relación al medio donde se desarrolla y vinculado con quienes se relaciona.
Por lo tanto, es muy importante la observación para una prevención temprana y contribuir así al mejor bienestar de nuestros/as más pequeños/as.
Comencemos desde los orígenes para empatizar y entender mucho mejor la importancia de las terapias y la buena salud emocional y mental de nuestros /as hijos/as.
Anteriormente al siglo XX, existen antecedentes en el campo pedagógico. Así influidos por las aportaciones de Pinel en 1801 Itard se decida a entrenar al llamado “niño salvaje de l’Aveyron” en habilidades instrumentales y sociales, mediante la repetición de la estimulación sensorial.
Un elemento importante en 1896 fue la apertura de la Clínica Psicológica de la Universidad de Pennsylvania por Lightner Witmer, considerada como el hito inaugural de la psicología clínica y sanitaria. En esos momentos se dedicaba a la intervención psicológica con niños, especialmente en el ámbito psicoeducativo (trastornos de aprendizaje).
En ese mismo espacio temporal en EEUU surgen los movimiento de “higiene mental” término acuñado por Meyer y de “orientación infantil” que son desarrollados por Clifford Beers, y que en 1908 publica su libro “A mind that found Itself” (una mente que se encontró a sí misma), donde relata las penalidades que padeció en el tratamiento que recibió como enfermo mental. Sus esfuerzos desembocaron en la creación del Comité Nacional para la Higiene Mental en EEUU, centrando su intervención en la prevención y por lo tanto en los
niños mediante acciones de educación y orientación.
En 1909 William Healy y Grace Fernald fundan el instituto Psicopático Infantil en Chicago donde tratan con niños delincuentes y donde desarrollan un modelo orientador planteando intervenciones psicológicas que permitieran a los niños adaptarse de la mejor manera a las condiciones de vida en las que se veían obligados a vivir.
Gessell observa que hay diferencias individuales específicas del comportamiento en niños pequeños que pueden ser intrínsecas al niño y significativas para su desarrollo. Chess en 1956 recoge este concepto con el término “temperamento”, con connotaciones de origen biológico, genético y constitucional, y que no es modificable por los cambios del medio.
A raíz de todos estos movimientos fueron surgiendo las diferentes vertientes terapéuticas como el Psicoanálisis, la conductual, la cognitiva-conductual, etc.
Desde un punto de vista psicopatológico las conductas anómalas en la infancia hacen referencia a aquellas que se alejan de la generalidad. Las conductas que se incluyen dentro de la psicopatología infantil tienen en su inicio y desarrollo la influencia de múltiples variables entre las que se incluyen las biológicas, psicológicas y sociales. Las normas de comportamiento se establecen en función de los propios criterios socioculturales, estas normas establecen qué conductas son adecuadas y cuáles no, pero también determinan en qué parámetros (frecuencia, intensidad…) y condiciones (en qué lugares, con qué personas…) son aceptables tales conductas. Las normas culturales van modificándose a medida que la sociedad va evolucionando a nivel de conciencia, con lo cual, los cambios sociales crean cambios en la psicopatología infantil.
Otro factor a tener en cuenta en la edad, ya que depende de qué conductas, pueden ser consideradas normales a cierta edad, pero patológicas a otras (mearse en la cama a los 3 años es normal, pero a los ocho marca algún conflicto en el niño a resolver).
A continuación, una breve pauta de orientación para la edad de inicio en determinadas psicopatologías: Los trastornos generalizados del desarrollo y los retrasos evolutivos de la comunicación suelen detectarse a edades muy tempranas. Los trastornos relacionados con la ingesta y la eliminación también suelen aparecer a edades muy tempranas. Trastornos como el déficit de atención con hiperactividad suelen hallarse poco antes de la escolarización o poco después de iniciarse ésta y los trastornos de aprendizaje prácticamente igual. Cuando hablamos de ansiedad, pueden aparecer a cualquier edad al igual que con los trastornos de conducta. La depresión, esquizofrenia y conducta alimentaria, generalmente suelen detectarse en torno a la adolescencia.
Me gustaría hablar de la parte del tratamiento, ya que éste en la infancia y adolescencia requiere una colaboración muy importante de los/as padres y madres. De hecho, suelen ser ellos los que buscan la ayuda profesional. Además aportan una visión fundamental del funcionamiento del niño/a y tienen un papel básico como coterapeutas.
Por lo tanto, si consideras que algún hijo/a pudiera estar en algunas de estas situaciones, la mejor opción es buscar ayuda profesional, para al menos un primer asesoramiento psicológico y ya luego valorar si llevar a cabo o no una terapia. Es muy importante esta parte, ya que el adulto/a es quien decide por el niño/a y quien se encarga de su bienestar y prevención sanitaria.
Si tienes alguna duda después de leer este apartado, escríbeme para resolverla lo antes posible o ponte en contacto conmigo vía whatsapp, estaré encantada de ayudarte a resolver esas situaciones más difíciles en las que te puedas encontrar con tus hijos/as y proporcionarte de la forma más eficaz una solución.