Realmente esta palabra tiene varios sinónimos como lo son: postergar, posponer, aplazar…
Su definición como ya puedes ir intuyendo es aplazar o dejar para más tarde una determinada acción, actividad o situación, para atender a otras. Hasta ahí todo bien, pero… ¿Qué pasa cuando aplazamos algo que no hemos decidido realmente? Me explico, si yo voy a hacer dos cosas y decido hacer una primero y dejar la segunda para después, y me baso en un plan de acción y por ese motivo lo decido así, lo estoy decidiendo de forma realista y objetiva. Sin embargo, cuando me digo: “Luego lo hago” y en realidad no lo hago. Me va a generar malestar a largo plazo aunque a corto plazo sienta tranquilidad.
El hecho de postergar nos genera un continuo pensamiento de que hay algo que queda pendiente y a su vez una sensación de malestar. Produciéndose el círculo vicioso de “ahora lo hago, no lo he hecho aún, me siento mal, y vuelta a empezar”.
Uno de los motivos por los que se genera cierta sintomatología ansiosa significativa, es la procrastinación. La mente está activa todo el tiempo pensando que hay algo pendiente y tú por otro lado, intentando eliminar ese pensamiento para sentirte mejor, pero es en vano.
¿Sueles posponer determinadas actividades o situaciones y luego te siente culpable? ¿Sueles decirte a ti mismo/a, “mañana lo hago, sabiendo que lo más probable es que no hagas? ¿Te genera malestar, preocupación, y sintomatología ansiosa y estresante cuando pospones y pospones sin saber cómo salir del círculo, aunque quieras hacerlo?
Hay algo que quiero decir, antes de continuar, que es que cuando una persona procrastina se genera cierta presión que se interpreta por uno/a mismo/a como mayor rendimiento en la tarea (y hay algo de cierto en esto a nivel químico), pero que no siempre es así y es cuando ese malestar genera mayor malestar y entonces los pendientes siguen siendo pendientes. Provocando todo esto una irritación mayor, autoreproches y enfados hacia nosotros/as mismo/as.
Entonces… ¿Por qué postergamos?
Falta de motivación: Es decir, es algo que no nos mueve intrínsecamente. Sentimos que es una obligación o un compromiso y realmente no nos apetece. Esas tareas que realmente están delimitadas por nuestras personas más allegadas, etc. Es importante que reflexiones en qué áreas sean en las que más procrastinas.
O lo hago bien, o no lo hago: Cuando no ideamos en nuestra cabeza cómo tendríamos que hacerlo, estamos dejando fuera otras opciones totalmente igual de válidas. Es decir, sentimos que desde el inicio hay que mantener el mismo nivel máximo de esfuerzo, y esto genera de entrada fatiga mental. No te dejas margen de tiempo, de asimilación, etc. Y esto es lo que puede llevar a la procrastinación.
Miedos en inseguridades: Cuando dejamos que nuestros miedos e inseguridades nos arrastren vamos impulsados hacia la procrastinación. Es decir, no es agradable en un inicio, reconocer que tenemos ciertos miedos y mucho menos vamos a quererlos confrontar, porque sabemos que puede que nos genere un sentimiento de malestar al inicio, aunque después a largo plazo, una vez aceptados y trabajados será todo lo contrario. Entonces, esta situación nos frena a seguir adelante y buscamos “razones” para aplazarlo. Y entonces podríamos estar volviendo al segundo motivo.
Este punto de los miedos y las inseguridades esconde detrás la autoexigencia y perfeccionismo que son los pilares de tenerlo todo bajo control. Tener esa sensación de que nada escapa a nuestro control, porque si fuera lo contrario nuestros miedos aparecerían (la incertidumbre).
Además en te punto es importante mencionar los miedos “matrices” por llamarlos de alguna forma, que sería miedo al éxito y miedo al fracaso.
Tener en cuenta….
Este círculo vicioso se mantiene por refuerzo positivo, ya que si aplazamos en ese momento nos sentimos mejor, ya que evitamos enfrentarnos a eso que no sabemos muy bien cómo abordarlo y que no nos queremos reconocer. Además así evitamos “decepcionar” y “decepcionarnos”.
¿Qué hacemos para dejar de procrastinar?
Revisa tus prioridades: ¿Realmente eso que dices que tienes que hacer es tan importante para ti o para otros/as)? Reflexiona sobre esas tareas que se van aplazando y céntrate en una, pero con la que vibres.
Date tiempo: Empieza por una tarea que quieras hacer y márcate si te parece unas pautas. Es decir, hoy llego hasta aquí y mañana hasta aquí hasta que se acabe y así no te verás en la obligación de empezar y acabar en el mismo día. Visualiza esta forma como una estrategia para conseguir tu objetivo.
Cuidado con las obligaciones: no asumas las responsabilidades de los demás como tuyas. Acepta esto y verás que el procrastinar se va a acabar.
Sincérate contigo mismo/a: Pregúntate a qué temes y da el primer paso para trabajar en ello y confrontarlo. Los miedos vistos de frente son menos.
Acepta que la perfección no existe: Si terminas aceptando que la perfección no existe y que el control es sólo una ilusión, te darás más margen para realizar tus tareas y no serás tan duro/a contigo mismo/a.