Me gustaría hacer una breve reflexión, sobre la depresión y la tristeza. En los tiempos que corren se habla de tristeza o de depresión, casi como si fueran sinónimos. Debido a la popularización y estandarización del termino depresión. Es muy común escuchar expresiones como: “está depre”, está de bajón”, etc, refiriéndose en su gran mayoría, sobre situaciones de tristeza y no de depresión. Se confunden ambos términos.
Parece ser, que la depresión diagnosticada, está más aceptada hoy día, (ya hablaremos de su recorrido a lo largo de la historia), que la propia emoción o sentimiento de tristeza, por el simple hecho de estar justificada por un diagnóstico. Con lo cual, en consonancia, con nuestra naturaleza social, intentamos encajar en la sociedad actual, ocultando y sustituyendo la emoción tristeza.
La tristeza, no es más que un estado transitorio, que nos da mediante su observación y correcta gestión, una información muy importante sobre nuestro estado emocional. Una persona, sometida, a situaciones tristes o que interpreta que son tristes, y mediante una serie de mecanismos cognitivos, emocionales, sociales, etc. Mantenidos a lo largo del tiempo y mal gestionados, puede desembocar en la enfermedad de depresión.
Así que, por todo esto, te invito a que te observes y reflexiones, sobre tu estado emocional a lo largo del día. Para intentar practicar una adecuada gestión emocional, libre de condicionamientos sociales. Dando prioridad a tus emociones y no a la aprobación de los demás. Te sorprenderá, y para bien, la reacción de los otros.
Para definir la depresión, es necesario aclarar, que no se confunda tampoco, con síndrome depresivo, ya que estaríamos hablando de la existencia de otro trastorno principal diagnosticado y que como consecuencia se sucede tal síndrome.
Por tanto, la depresión como enfermedad y trastorno, haciendo una definición, más general, para no hacer compleja, ni pesada su lectura, no es más, que, una alteración del estado emocional, mantenida durante un período de tiempo establecido. Acompañada de, síntomas físicos (fatiga, letargo, pesadez…), mental (distorsiones cognitivas, delirios o pensamientos de suicidio, etc.), emocional (baja autoestima, baja confianza, estado de sumisión en una tristeza eterna, apatía, anhedonia…). Como trastorno mental, dependiendo de su grado, las condiciones de la persona, el contexto, los síntomas más presentes, habrá que ponerle apellido (bipolar, ciclotimia, depresión mayor, crónica, depresión leve, moderada…).
Una vez, sabida su definición, hagamos un viaje cronológico brevemente, a lo largo de la historia, para ver cómo ha sido la evolución de dicho Trastorno, hasta llegar al día de hoy.
Desde un punto de vista científico la primera referencia importante la podemos situar en Hipócrates (Siglo IV a.c.). Para él, los estados de abatimiento, tristeza e inhibición eran registrados bajo la etiqueta “melancolía”, que etimológicamente significa (bilis negra). Refleja la teoría de Hipócrates sobre los trastornos mentales. Según él, los trastornos se deben a un desequilibrio de los humores del cuerpo. Estos humores, están vinculados a órganos y a elementos naturales.
Por ejemplo:
- La sangre: sustancia vinculada al elemento tierra, cuyas propiedades eran el frío y la sequedad.
- Flema: sustancia relacionada con el agua, cuyas propiedades son el frío y la humedad.
- Bilis amarilla: sustancia vinculada al elemento del fuego. Sus cualidades eran la calidez y la sequedad.
- Bilis negra: sustancia vinculada al elemento tierra, cuyas propiedades eran el frío y la sequedad.
En el siglo XVIII William Cullen asoció los conceptos de la electricidad (carga y descarga) al cerebro en el sentido de mayor (excitación) y menor energía (agotamiento). Cerebral. Asociando este último con un estado de melancolía también denominado hipoergia o anergia.
A Principios del siglo XIX Pinel identifica cuatro formas de patologías mentales (manía, melancolía, demencia e idiocia). Baillarger habla en 1854 de locura doble, haciendo referencia a los episodios de melancolía y manía. Mientras que Falret también en 1854 utiliza el término de locura circular.
Karl Leonhaard en 1957, planteó separar los trastornos afectivos en “bipolar” (personas con trastornos maníaco-depresivos o locura circular) y monopolar o unipolar (personas que sólo habían tenido episodios de manía o de depresión). Entendiéndose prácticamente igual en la actualidad. Con muchos más matices, tipos, duración, etc. Dando nombre a los diferentes tipos de trastornos del estado de ánimo.